Evita Perón, una “cristiana
sin Iglesia”
Un espectáculo teatral en Roma;
una
memoria muy personal, su historia
de enfrentamientos y encuentros
(incluso con la fe)
GIUSEPPE BRIENZA ROMA
Con el patrocinio de la alcadía de
Roma, la Emabjada de la República
Argentina en Italia y el Instituto Italo-Latinoamericano, la Asociación
Cultural Tango Eventi (www.tangoeventi.com) ha organizado en el Teatro Auditorum del Massimo di Roma un espectáculo-comedia titulado “Un
té-tango para Evita”, dedicado a Eva María Duarte (1919-1952), esposa desde 1945 de Juan Domingo Perón (1895-1974) y “alma social” del régimen
argentino. Se trata de una contribución
más en Italia para dar a conocer
y revalorizar la figura de “Evita”, que coincide con la publicación en italiano de algunos
de sus textos, recogidos bajo el título “La mujer puede y debe
votar”, a la fecha inéditos
(ver “Evita Perón, populismo
al femminile”, con un “Invito a la lettura” de Carlo Sburlati, Editrice Pagine, Roma 2012, pp. 120, luciano.lucarini@pagine.net ).
El espectáculo, escrito por Fernando
Pannullo siguiendo una idea de Fatima Scialdone, ha
visto la interpretación de “actores-bailarines”
de fama internacional como
Eduardo Moyano, Luciano Donda
y Cinzia Lombardi, campeones italianos
de Tango 2012, los cuales han dado forma y movimiento a la música del piano del maestro Giovanni von
Gartner.
La
figura escénica inicial ha sido ambientada de manera surreal sobre la tumba “monumental” de Evita en Recoleta, Buenos Aires, donde la “Primera
Dama” renace por una
tarde para dar un “Té-tango”, en perfecto estilo parisino del 900. Mientras espera a sus invitados,
cuenta su historia, recordando las pasiones, amores y personajes que marcaron el “cambio” social y
cultural argentino del siglo pasado,
y que hacen de ella una de las mujeres más
importantes no solo de Sudamérica,
sino de todo el mundo occidental. El “Té-tango” termina al salir de
la luna, entre tangos, chistes y “milongas” con los varios protagonistas
que regresan a sus “frías moradas”.
Evita,
al encontrarse sola en la
memoria de su pasado, recorre
su vida: de niña, una hija ilegítima (una ley de la que se hizo cargo, además de la del derecho de voto para las mujeres, fue la del reconocimiento de la paternidad
de los hijos ilegítimos), a esposa del General Perón, a “cristiana
sin iglesia”, a mujer
de poder y de lucha, hasta que su enfermedad
la derrotara a sus 33 años de edad.